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Somos una asociación integrada por gays, lesbianas y trans de la región Lambayeque, desde el año 2006 iniciamos actividades mediante la lucha y esfuerzo en pro de la visibilización, desde este espacio agradecemos la intención y buena onda de incluirte en nuestra red de amigos, el fin del presente blog es informarte adecuadamente sobre nuestros temas; como la lucha por la igualdad, la aceptación, la real inclusión, la lucha contra la discriminación.Nuestro tema no es ser diferente, nuestro tema es que los demás no te hagan sentirte así.
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Alma Chiclayo

jueves, 31 de marzo de 2011

ELOGIO DE LA RICKY MARTIN (por RAFO LEÓN)


Cuando Rock Hudson allá por los ochenta, hecho una ruina, lleno de sarcomas, dominado por las diarreas y sin energía siquiera para sonreír, cuando convertido en la sombra de lo que fue, decidió hablar claro y confesar que estaba a punto de morir debido a enfermedades derivadas de la infección por SIDA y que probablemente se había contagiado por la promiscuidad de su vida sexual, en saunas de contacto anónimo, en sexo comprado y tomado sin ninguna precaución, en omnipotencia. Cuando eso ocurrió, un genuino terremoto hizo temblar no solamente las estructuras patriarcales del polo central de la industria cinematográfica mundial, sino también a la fábrica de estereotipos y patrones de conducta más grande del planeta y quizás de la historia. En ese sentido la salida del armario de Rock Hudson significó un verdadero acto de liberación para millones de gay que vieron en este soporte occidental de la masculinidad, disolverse en una chorreadura de toffee que era la expresión simbólica de una libertad imprescindible para que el SIDA comenzara a ser tomado en serio. Claro, a esas alturas Hudson ya no se tenía que plantear el dilema de lo que habría que pasarle después en términos profesionales: estaba muerto en vida y ya no iba jamás a volver a trabajar. El caso de Ricky Martin es en ese aspecto completamente diferente, creo yo. Aunque nunca he seguido de cerca la carrera del cantante que surgiera con Menudo –ya sería demasiado para mí encima de todo profundizar en las letras de Ricky, teniendo tanto que hacer- intuyo que una buena parte de la atmósfera, el sentido y la sensualidad de sus canciones estuvieron orientados a estimular a las mujeres a que bailen, se enamoren, forniquen fantaseando con él. Desde luego, también estaba la ambigua La vida loca, pero creo que el promedio iba por el lado hetero. Muy bien, ¿y ahora? ¿Cómo manejará la industria del entretenimiento el cambio de identidad de un ídolo y por tanto, el cambio de posicionamiento y de mercado? Se dice que Montgomery Cliff sufrió mucho pues a pesar de que su homosexualidad nunca fue reconocida en público, los rumores sobre la misma debilitaron su significado de galán a pesar de su apostura y su aire varonil, al punto de no recibir propuestas de papeles más que para interpretar a personajes perversos o neutrales, ya no de seductor. También se comenta que el accidente automovilístico que sufrió, que le dejó el rostro desfigurado, no fue sino un acto fallido dedicado a auto agredirse y ver si así, feo, recuperaba la ficción de su hombría. ¿Se da cuenta el navegante de lo pesada que es la carga que tenemos los hombres que aguantar para que no nos mariconeen? Pero bueno, volviendo a Ricky Martin, por momentos tengo la impresión de que su salida del closet es algo que está calculado por el marketing hasta el centímetro. La audiencia gay en el mundo del espectáculo es enorme y no solo en cantidad, también en calidad. El gay promedio de clase alta y/o primer mundo, suele ser un personaje de buen gusto, que gasta sin demasiado control a la hora de satisfacer sus aspiraciones y por tanto, un bocatto di cardenale para las empresas productoras de discos, conciertos, ropa, merchandising, revistas de chismes, etc. El incremento del mercado gay y sobre todo, el llamado que este le venía haciendo a Ricky a que se dejara de mascaradas y reconociera qué cosa es, podría haber diseñado la estrategia que ahora presenciamos, una estrategia a toda orquesta que en lo personal juzgo de muy buena, pues no hace sino sellar la existencia cada vez mayor de un sector de la sociedad completamente dispuesto a reconocerse como gay y a hacerse reconocer como gay a tolerancia cero. La moral, qué interesante, parece ahora estar determinada por la industria del espectáculo y lo mediático. Si ello abona a favor de la libertad y la tolerancia, que viva esa moral de reflectores y magalys (REVISTA "CARETAS")

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