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Alma Chiclayo

jueves, 17 de febrero de 2011

Amar en Tiempos de Estómagos Revueltos

Pim, pam, pum, fuera

Por Carlos G. García

“No te acuestes con Fulanito en la primera cita”. Dicen que si quieres mantener el interés, si quieres que te deseen y si te lo quieres pasar realmente bien en la cama y fuera de ella, no hay nada como ir despacio. Y puede que sea verdad que cultivar el deseo, a la larga, sea más placentero...


—Quiero el maricón aquel. Sí, aquel. El que está en el escaparate. Es que me ha gustado. Pasaba por aquí y se me ha antojado.

—¿Éste? —pregunta el dependiente señalando a un mariquituso con cara de memo que se rasca la sien sin entender nada y que posa semidesnudo (vamos, como la mayoría de la gente que conocemos).

—Sí, exactamente. Ése —confirma el cliente con aire distraído, sin poner demasiado interés.
—¿Se lo envuelvo… se lo pongo para regalo?
—No, por Dior. Es para mí.
—Muy bien.
—¿Me da el ticket? Es que lo mismo me arrepiento y lo cambio por otro. O por otra cosa, que aquella batidora exprés con cortaúñas incorporado me parece superútil.


Esta situación es, chispa más o menos, lo que sucede con mucha frecuencia a nuestro alrededor todos los días de nuestra vida (aunque viernes y sábados por la noche mucho más, puesto que hay rebajas mariconiles). No, no es que se me haya ido la olla (aunque mi psicoanalista no piensa lo mismo), es que voy a hablarles, queridas lectores del pim, pam, pum, fuera.

Los tiempos han cambiado. Mariah Carey ya no está gorda, está embarazada; la Unión Soviética se ha desintegrado en un montón de países que se votan en Eurovisión; y seguramente tu prima está a punto de tener la menopausia. Esto es así. Y con los cambios y el capitalismo (que me lo dijo Marx el otro día tomando café), resulta que los seres humanos de nuestra era pueden tener todo lo que quieren con sólo levantar un dedo. Como en el ejemplo, se trata de señalar lo que uno quiere y soltarlo, incluso si eso que quieres es sexo con una persona.
El pim es llegar y encapricharse con el primer tío que se nos ponga por delante (porque lo de ser selectivos no se lleva. Mari, no seas exigente). El pam es acercarte a él o guiñarle el ojo hasta que piense que tienes un tic para que se acerque y seducirle. El pum es ese polvo urgente que se echa de cualquier manera. Y el fuera es la patada que le damos en el culo al sujeto cuando acabamos de subirnos los calzoncillos, “y ya nos vemos otro día si eso para tomar café” (que bien quedo, que estupendo soy, aunque sea más probable que te llame Isabel Pantoja a que te llame yo). Fácil y rápido. ¿Guay, no?

Pues a lo mejor no es tan guay. Esto, que parece el País de la Piruleta del videoclip de Katy Perry en versión mercado de carne tiene consecuencias. Para empezar, que somos unos puñeteros niños mimados acostumbrados a tener todo lo que nos dé la real gana: si no tenemos más que señalar para tener lo que queremos, cuando señalar no es suficiente nos frustramos. Así que, claro, cuando no obtenemos lo que sea por nuestra cara bonita nos da una pataleta del quince, nos enfadamos con el mundo y le lloramos a nuestras santas madres porque jo, no podemos tener eso con lo que nos hemos encoñado. A poco que sea ligeramente más complicado que el pim, pam, pum, fuera nos enfurruñamos e incluso nos ponemos agresivos, porque nos lo tomamos como una ofensa.

Lo más gracioso de todo es que ni siquiera nos planteamos que puede que con un poco de esfuerzo podamos conseguirlo. Y por esfuerzo no quiero decir que tengas que aprender a hacer pompas de jabón con el ojete, sino, a lo mejor, tener un poco de paciencia, currártelo un poquito y nada más. Chico, que lo mismo ahora, en el minuto 2 no puede ser, pero en el minuto 31 pues lo mismo sí. Pero no, lo mejor es pasar a otra cosa, a algo más accesible. Lo quiero todo, lo quiero ahora ya y lo quiero sin esfuerzo es la filosofía.

El problema es que nos hemos acostumbrado a eso, a que todos seamos la mar de accesibles, que somos más fáciles que la tabla del 1 en definitiva. Así, todo es llegar y besar al santo. La cultura del pim, pam, pum, fuera nos insta a que echemos un polvo incluso antes de preguntarle el nombre a nuestro ligue. Y, ojo, que yo no digo que esto, lo de echar un casquete y eso, sea malo (válgame, no seré yo el que defienda el celibato ni zarandajas similares), pero sí que es cierto que debemos reconocer que este sistema hace que cuando conseguimos algo o nos vamos a la cama con alguien así, de buenas a primeras, no lo valoremos en la misma medida que si nos cuesta un poco, al menos un quebraderillo de cabeza. Y que nadie se me haga ahora el indignado, porque yo conozco a más de uno y de una que se ha pillado de su novio porque éste ha ido un poco de estrecho, no se lo ha zumbado de buenas a primeras y ha mantenido el interés, aunque sólo fuera durante un par de días (que tampoco estamos hablando de llegar vírgenes al matrimonio).

Somos así: lo fácil no nos pone. Sin llegar a extremos de masoquismo de aquellos que aseguran que sólo se pillan de quien se lo pone difícil, el caso es que cuando se produce una demora de la satisfacción, cuando se cultiva el deseo aunque sea levemente y no lo satisfacemos con urgencia, el resultado es mucho más satisfactorio que cuando nos movemos única y exclusivamente por impulso. ¿Por qué? Pues básicamente porque se coge con más ganas. Cuando a mí me gusta Fulanito y en lugar de empotrarlo contra la columna de un bar violentamente lo voy conociendo y voy subiendo los peldaños de la escalera poco a poco, el mero hecho de ir subiendo ya supone un placer. Y no digamos cuando llegue arriba del todo. No es lo mismo que pillarse un ascensor en el que no tenemos que hacer nada en absoluto para ascender y que nos pone arriba en un segundo para devolvernos abajo en el segundo siguiente.

No sé, tal vez sean las maneras o puede que se trate de comportarse como personas que se relacionan con personas. El caso es que cultivar el deseo puede ser infinitamente más satisfactorio que llegar y topar. Por muy animales primitivos que digan algunos que somos.

Por suerte o por desgracia somos mucho más que eso.
Fuente: universogay.com

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